
Los trastornos de la conducta alimentaria pueden aparecer o agravarse por la adicción a las redes sociales. Aprende a identificar señales de alerta y cómo actuar.
Vivimos en un mundo donde las redes sociales influyen cada vez más en la forma en que nuestros hijos se relacionan con su cuerpo, su imagen y su alimentación.
A través de TikTok, Instagram o YouTube, los jóvenes reciben diariamente modelos estéticos, dietas virales y discursos sobre “bienestar” que pueden parecer inofensivos… hasta que empiezan a marcar inseguridades profundas.
Desde nuestra clínica con más de 30 años de experiencia en salud mental infanto-juvenil, comprendemos lo difícil que puede ser distinguir entre una etapa típica de adolescencia y señales tempranas de riesgo. Por eso, este artículo quiere acompañar a padres y madres que desean observar con atención, actuar con sensibilidad, y decidir desde el conocimiento, cuándo conviene buscar orientación profesional. Aquí encontrarán una guía clara, compasiva y basada en evidencia.
Primero, una aclaración necesaria: los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) no son modas ni “caprichos” adolescentes. Son condiciones de salud mental que impactan sobre su relación con la comida, la imagen corporal y el bienestar físico y emocional; incluyen anorexia, bulimia, ingesta excesiva de alimentos u otros patrones de riesgo.
Diversas investigaciones respaldan la idea de que el uso intensivo o problemático de redes sociales puede aumentar la vulnerabilidad de jóvenes a desarrollar alteraciones en la relación con su cuerpo. Por ejemplo, una revisión reciente advierte que plataformas muy visuales, como Tik Tok e Instagram, tienden a reforzar insatisfacción corporal y comportamientos de control de peso.
Este vínculo se intensifica cuando consideramos cómo funcionan los algoritmos: contenidos de dietas, “transformaciones corporales”, rutinas extremas de ejercicio o “fitspiration”: (contenido destinado a motivar a las personas a estar en forma físicamente a través del ejercicio y la dieta), circulan con fuerza, y pueden idealizar cuerpos difíciles de alcanzar.
Por eso, lo que nuestros hijos consumen en redes no es inofensivo. Esa exposición constante puede influir en su autoestima, percepción corporal y decisiones sobre alimentación, aún sin que ellos mismos adviertan el riesgo.
Durante la adolescencia, el cerebro continúa su desarrollo: las áreas fundamentales para regular emociones, controlar impulsos y evaluar riesgos aún están en “construcción”. Esto significa que los adolescentes procesan las experiencias sociales —como las que se viven en redes— de forma más intensa, con alta sensibilidad a la recompensa social y menor capacidad aún para filtrar impulsos o evaluar consecuencias.
Al mismo tiempo, este período vital coincide con un fuerte deseo de pertenencia y validación de sus pares. En plataformas digitales, esa necesidad se traduce en “me gusta”, seguidores, comentarios, los cuales son estímulos que activan mecanismos emocionales profundos. Cuando a eso se suman dietas extremas o cuerpos “perfectos” promovidos en redes, muchos adolescentes —en su vulnerabilidad— pueden internalizar estándares poco realistas, desarrollar insatisfacción corporal o asumir conductas de control de peso.
Por ello, es importante reconocer cuando sus comportamientos, dejan de ser “normales” y se convierten en factores de riesgo.
Hoy las redes sociales no son un complemento en la vida adolescente; en muchos casos, funcionan como su principal espacio de socialización, comparación y construcción de identidad. En este entorno, ciertas plataformas —especialmente TikTok, por su formato audiovisual, dinámico y altamente personalizado— pueden amplificar inquietudes sobre el cuerpo, la comida o la imagen personal.
Diversas investigaciones recientes muestran que la exposición constante a contenido idealizado se asocia con insatisfacción corporal, comparación continua, autoimagen negativa y mayor riesgo de adoptar conductas de control de peso. Es decir, lo que ocurre en redes no se queda en redes: puede influir en cómo el adolescente se ve, cómo se siente y cómo se alimenta.
Por eso es importante estar atentos a los cambios que surgen en paralelo al uso de estas plataformas. Algunas señales tempranas incluyen:
• Consumo frecuente de contenido sobre dietas, “transformaciones”, ejercicio extremo o cuerpos estandarizados.
• Aumento de la comparación con influencers o “referentes” de las redes sociales, acompañado de frases como “quisiera verme así” o “estoy lejos de ese estándar”.
• Preocupación creciente por fotos, filtros o edición de imágenes, buscando “corregir” o modificar su apariencia.
• Evitar aparecer en fotos o videos, o revisar compulsivamente su imagen grabada.
• Comentarios negativos sobre su cuerpo, influenciados por lo que observan en tendencias, retos o algoritmos que les muestran contenido similar.
Estos elementos no deben interpretarse de manera aislada, sino como indicadores que pueden anticipar malestar emocional o riesgo de un TCA, especialmente cuando se combinan con cambios reales en su alimentación, ánimo, relaciones o funcionamiento diario.
Comprender el papel de las redes sociales —sus algoritmos, sus ritmos, sus discursos visuales— nos ayuda a acompañar con mayor conciencia. Si nuestros hijos navegan en un mar de estímulos que moldean ideales poco realistas, nosotros podemos actuar como un faro: ofrecer orientación, protección y espacios de reflexión que reduzcan el impacto de estos contenidos en su bienestar.
Detectar señales no implica ejercer un control rígido, sino ofrecer cuidado, diálogo y empatía. Para acompañar a los jóvenes de forma respetuosa, es clave crear un espacio seguro donde puedan expresarse libremente.
Acompañar de manera empática no garantiza que todo cambie de inmediato —pero suele ser el primer paso para que el adolescente no se sienta solo y empiece a cuestionar lo que ve, siente y decide.
Cuando su actividad en las redes viene acompañada de cambios visibles en la alimentación, el ánimo, la salud o las relaciones, es fundamental intervenir con claridad y sensibilidad.
Te invitamos a conocer nuestra página principal en Clínica Los Tiempos, donde encontrarás información sobre nuestros servicios de salud mental infanto-juvenil.
Consulta nuestro artículo “Redes sociales y adolescencia: detox digital en 7 días” y descubre una guía simple para un uso más saludable de redes.
