Trastorno de la Conducta Alimentaria. ¿Cuándo se requiere hospitalización? Cómo reconocerlo a tiempo y cuáles son los pasos para apoyar un adolescente en riesgo
Trastorno de la Conducta Alimentaria en Adolescentes ¿Cuándo se requiere hospitalización?
Durante los últimos años los trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes (TCA) se han convertido en una latente preocupación para padres, educadores y profesionales de la salud mental en Chile. El entorno en el cual se desenvuelven los adolescentes ha estado marcado por el acceso a redes sociales y con ello ha aparecido la presión por la apariencia física y la competitividad. Cada vez son más los jóvenes que se ven atrapados en patrones alimentarios peligrosos que comprometen su bienestar físico y emocional. La sugerencia es abordar rápida y oportunamente cualquier señal de alerta. La detección temprana será clave para inhibir posibles complicaciones.
¿Qué es el TCA? ¿Por qué aparece en la adolescencia?
Hablar de Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) implica reconocer un grupo de afecciones caracterizadas por pensamientos, emociones y conductas desordenadas en torno a la comida, el peso y la imagen corporal. Durante la adolescencia se mezclan factores biológicos como los cambios hormonales y sociales como la búsqueda de identidad y una creciente sensibilidad a la opinión de los pares, los cual hace a los adolescentes vulnerables al desarrollo de este tipo de enfermedades. Según la OMS, estos trastornos figuran entre las principales causas de morbilidad en jóvenes de 10 a 19 años. Cuando abordamos las características de un TCA, no podemos decir que se trate sólo de “dietas extremas”, sino que el TCA además involucra emociones intensas, miedo a perder el control y creencias disociativas sobre el valor personal. Esto de cierta forma explica por qué un adolescente puede sentir alivio al saltarse comidas o pánico ante la idea de subir de peso.
En Chile el progresivo aumento de la conexión a internet y redes sociales expone a los adolescentes a estándares irreales de belleza en cuestión de segundos. Esa presión externa se suma a factores internos, como la baja autoestima o falta de habilidades para manejar el estrés, lo cual puede desencadenar comportamientos de riesgo. Una imagen corporal negativa suele ser el detonante del TCA cuando el adolescente piensa que su valor depende de su apariencia existe una distorsión de la percepción corporal. Esta imagen equivocada sobre sí mismo es probable que aumente y sea reforzada por el entorno inmediato; amigos, influencers, comentarios familiares, etc.
La denominada “cultura de la dieta” se filtra también en ambientes educativos donde se destaca el rendimiento y la disciplina, actitudes como saltarse comidas o ejercitar en exceso se ve a veces como símbolo de fuerza de voluntad. Si a eso sumamos el bullying y el denominado “body shaming”, el panorama se vuelve aún más complejo. Ante estas situaciones los padres pueden fomentar conversaciones honestas, modelar hábitos de alimentación y cuestionar estereotipos.
Trastornos Alimenticios Más Frecuentes y Señales de Alerta
Dentro de los TCA, podemos encontrar una variedad amplia de cuadros clínicos. Los más comunes dentro de la adolescencia son:
-Anorexia Nerviosa, entendida como la restricción extrema de la ingesta de alimentos, miedo intenso a engordar y una percepción distorsionada del peso.
-Bulimia Nerviosa, caracterizada por la ingesta descontrolada de alimentos, seguida por conductas purgativas como vómitos autoinducidos, uso de laxantes o ejercicio excesivo. Este trastorno involucra un ciclo de culpa y purga que puede pasar desapercibido si la persona mantiene un peso normal.
-Trastorno por Atracones de Comida, se da por la ingesta descontrolada de grandes cantidades de comida, sin purga posterior, pero que generan malestar en el adolescente y un gran sentimiento de culpa.
Cada trastorno trae consigo severos riesgos para la salud como desequilibrios electrolíticos, daño gastrointestinal, alteraciones hormonales y riesgo cardiovascular. El oportuno reconocimiento de los rasgos distintivos ayuda a ajustar el tratamiento y siempre se requiere intervención multidisciplinaria con médicos, nutricionistas y psicólogos para abordar el trastorno.
El TCA suele esconderse tras excusas creíbles como “no tengo hambre”, “ya comí en el colegio” o “voy al baño un momento”, no obstante, existen señales evidentes de alerta que considerar para tomar acción, estas son:
Si usted nota algunos de estos síntomas, se recomienda actuar con empatía y sin culpabilizar al adolescente, preguntar de forma abierta fomentado el diálogo y apertura. Preguntas como ¿Cómo te sientes últimamente con tu cuerpo? – puede abrir la puerta a una conversación honesta y el indicio de la ayuda profesional.
El TCA no solo implica un “problema con la comida” afecta huesos, corazón, sistema digestivo y el estado de ánimo del paciente. Dentro de una de las principales consecuencias físicas, de acuerdo a estudios recientes publicados por la universidad de Chile, está que la desnutrición prolongada compromete el desarrollo de masa ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis temprana.
A nivel emocional por otro lado, surge depresión, ansiedad y autoexigencia que erosiona la confianza del adolescente. Socialmente el joven puede aislarse, abandonar hobbies o rendir menos en el colegio. El cerebro adolescente conserva una alta plasticidad, lo cual es alentador, ya que con el tratamiento oportuno, la recuperación es posible y la calidad de vida mejora notablemente. Que el adolescente se encuentre en un entorno dispuesto a entender la magnitud del impacto de estas enfermedades, motiva a buscar ayuda cuanto antes y así prevenir consecuencias futuras.
El Rol de la Familia y Estrategias Terapéuticas.
Cuanto más tiempo se prolonga el TCA en la vida de un paciente, más se consolidan los circuitos de recompensa que lo mantienen activo, es desde esta primicia que la intervención temprana resulta vital. Un estudio longitudinal del Instituto de Salud Mental de USA (INMH), demostró que el 80% de los adolescentes tratados durante los primeros seis meses de síntomas muestra una remisión significativa a los cinco años, en ello la familia y entorno cercano juega un papel fundamental en la mejoría. Dentro de las acciones que se pueden realizar a nivel familiar para apoyar al adolescente que sufre un TCA están:
En Chile se cuentan con programas ambulatorios y unidades de hospitalización especializados, modelos como la Terapia Cognitiva Conductual (TCC) y la terapia familiar (FBT) destacan por su eficacia en estos casos. En casos donde el riesgo vital es muy alto por peso muy bajo, bradicardia o riesgo suicida la hospitalización psiquiátrica se vuelve necesaria.
Superar un TCA no acaba con lograr un peso saludable, resulta fundamental cultivar habilidades emocionales que permitan manejar el estrés sin recurrir a restricciones ni purgas. Algunas estrategias para prevenir recaídas e implementar en la vida diaria a modo preventivo son:
Herramientas como las anteriormente descritas, pueden reducir los desencadenantes y fomentar la autoestima duradera.
El Trastorno de la Conducta Alimentaria en adolescentes es un desafío complejo. Con información rigurosa, apoyo familiar y el acompañamiento de equipos especializados, cada adolescente puede reescribir su relación con la comida, su cuerpo y su autoimagen. Lo esencial es que padres y tutores actúen sin demora, si sospechas que tu hijo o paciente está luchando con un TCA comunícate con profesionales especializados, cada minuto cuenta para devolverle la salud y confianza.
Hospitalización Trastorno de la Conducta Alimentaria :
En caso que se requiera hospitalización, Clínica Los Tiempos cuenta con un equipo multidisciplinario especialista con basta experiencia en el abordaje de casos complejos.
Nuestro compromiso con la familia es ayudarlos de forma personalizada, entregándoles herramientas y abordando la difícil situación que están viviendo.